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Leonardo Muñoz Guerrero

De fogatas y estudiantes

Politólogo de la Universidad Nacional con predilección por el estudio sociológico de los fenómenos políticos. Interesado en los estudios de la democracia y el consumo en un mundo hipermoderno. Activista ciudadano, y como hobby: la bicicleta

Leonardo Muñoz Guerrero | 04 de marzo de 2016

Creo que quienes protagonizaron la escena e insultaron a estudiantes y trabajadores de la universidad no representan a los estudiantes ni a militantes de que realmente se preocupan por la situación de la universidad.

En la mañana del pasado viernes 26 de febrero los estudiantes de la Universidad Nacional se encontraron con otro espectáculo bochornoso que interrumpió la cotidianidad en el Campus. En esta ocasión unos estudiantes en aparente estado de embriaguez, tres hombres y una mujer, iniciaron una hoguera en la mitad de la Plaza Central generando incomodidad para quienes hacían uso a esa hora de la Biblioteca Gabriel García Márquez  y para quienes transitaban por la Plaza Central. 


Al parecer las actuaciones de quienes estaban haciendo la fogata desataron la respuesta de estudiantes, celadores y transeúntes, pues, por lo que parece, el humo que desprendía la fogata no permitía que se desarrollaran las actividades normales de los estudiantes. A lo cual se le agrega que al parecer, uno de los hombres que estaba en la fogata emprendió una riña con el celador de la biblioteca por no dejarlo entrar a la misma.


Las discusiones entre los estudiantes y quienes estaban en la fogata derivaron en cientos de reflexiones por parte de la comunidad académica en diferentes espacios, ya fueran cafeterías, aulas o redes sociales. Estas reflexiones estuvieron alrededor de temas como la libertad de expresión y el uso de los espacios en la universidad, es decir, del espacio público. Posteriormente, en las discusiones en las redes sociales harto se habló sobre la conveniencia de ligar estos actos, para muchos vandálicos, para otros superficiales y sin importancia, con las actividades propias del movimiento estudiantil o de su asociación con los intereses de la universidad y sus estudiantes. 


Ahora, personalmente creo que quienes protagonizaron la escena e insultaron a estudiantes y trabajadores de la universidad no representan a los estudiantes ni a muchos militantes de diversos grupos que realmente se preocupan por los pobres, por la situación de la universidad o por la calidad académica de las diferentes carreras. Lo que sí veo es un grupo de estudiantes y otros individuos que es más grande de lo que me gustaría, pues veo en esos ellos personajes que han rayado la universidad una y otra vez con cosas que no merecen ser llamadas grafitis o murales. 


Veo a quienes se han impuesto desde ideologías radicales y han entorpecido la autonomía política de muchas personas que han pasado por la universidad, también veo a aquellos que consumen drogas y alcohol de manera desmedida en el campus y, lo peor de todo, veo a personas que se aprovechan de los recursos del Estado y le quitan la oportunidad a muchas otras personas de estudiar, de realmente ir a la universidad a cumplir un objetivo y adquirir un verdadero compromiso con la sociedad colombiana: graduarse para hacer lo mejor desde afuera, desde cualquiera que sea el cargo que se vaya a desempeñar. 


También veo a quienes nos perjudican mostrando una imagen de la universidad  que no corresponde con la realidad, veo a quienes provocan que la Universidad Nacional y la educación pública en general sean estigmatizadas como escondrijos de guerrilleros, de tira-piedras, de marihuaneros. 


Quiero felicitar a quienes se enfrentaron a esos individuos que nos hacen quedar mal, quiero decirles mil y mil gracias, pues sus acciones demuestran que la universidad está cambiando, que sus estudiantes ya no se dejan intimidar y engañar con discursos que se aprovechan de las grandes problemáticas del país pero que no pasan de un uso abusivo de los espacios públicos. Quiero agradecerles porque este cambio, esta oposición al accionar de esos grupos minoritarios, nos ayudarán a cambiarle el rostro a la universidad, a volver a las discusiones y a la crítica real, nos llevará más allá de un simple discurso que hace mucho tiempo quedó vacío.   


Quiero decirle a quienes han reducido la importancia de estos sucesos, que crecen en número, que la forma en la que se hacen las cosas es importante. No se puede simplemente atropellar a la gente porque se cree que se tiene la razón o porque la causa que se enarbola es ‘más grande’ que la de los otros, pues lo único que se va a lograr es provocar tedio y aburrimiento frente a esas causas, como ya ha venido pasando. Por ustedes, estudiantes y sujetos radicales, es que las causas de aquellos que de verdad se comprometen a fondo, que quieren un verdadero cambio, que están haciendo las cosas para llegar a ese cambio, terminan siendo minimizadas. Por las acciones de unos terminan pagando otros. 


Lo que pasó ese día es una excusa perfecta para detenernos a pensar, todos, cómo estamos viviendo la universidad, cómo usamos los espacios que nos brinda, y si realmente estamos siendo responsables con una infraestructura y un espacio que no es sólo de los estudiantes, sino de toda la nación colombiana. 
Finalmente, creo que el tema que se nos presenta no es sobre la libertad de expresión, pues en la universidad hay espacio más que suficiente para todas las formas de pensar (aunque reconozco que hay una hegemonía), sino el de cómo respetar a los otros mediante el uso que le damos a los espacios comunes. Ese creo que es el tema en el que debemos reflexionar. 


¿Será justo hacer una fogata en la mitad de la Plaza Central mientras otros intentan estudiar? ¿Es justo poner música a todo volumen así fuera pare recolectar fondos para causas especiales, mientras otros están estudiando? ¿Será justo interrumpir las clases con el olor de latas de pintura o de marihuana? ¿Será justo botar basura como si no importara? ¿Será justo usar mal lo baños sin tener consideración por quienes los limpian? ¿Será justo permitir que gente que no es de la universidad se aproveche de la necesidad de sus estudiantes poniéndolos a trabajar en chazas por sueldos que rayan la miseria? En fin, el tema da para hablar y hablar, y yo sólo quería poner mi grano de arena en la reflexión que envuelve a toda la comunidad académica. 

 

 


 

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