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Es absurdo que se hable de paz cuando los noticieros ocultan la realidad del interior del país

Colombia: una canción de paz sin armonía

Miguel Angel Tavera  |  26 de septiembre de 2016 (17:09 h.)
Tomado de: https://goo.gl/XilSOu

Así que resta preguntarse, ¿es acaso éste el contexto sociopolítico correcto para vivir y hablar de paz, o es tan sólo otro cuadro impresionista para cubrir la pared de la realidad colombiana? Pareciera que los políticos se convierten en grandes artistas cuando la demagogia lo requiere.

Por: Miguel Ángel Tavera

“Muchos jueces son incorruptibles,

nadie puede inducirlos a hacer justicia.”

Bertolt Brecht

Tomando en cuenta los últimos sucesos de la vida política, quisiera comenzar cuestionando la hipótesis de que la historia es circular. Parafraseando al compositor cubano pienso en latinoamérica, que parece ser un ejemplo de lo repetitivo en la historia, al punto de que cada acontecimiento que aquí sucede ya se le acuña el prefijo de “neo” e incluso hay quienes realizan cuadros comparativos, las diferencias no se hacen evidentes hasta que se entra en materia de la influencia mediática, como lo vivió recientemente Brasil con el “golpe institucional”. El protagonismo que han venido adquiriendo los medios ha sido tanto que ha llevado a afirmar a teóricos del discurso, como el colombiano Omar Rincón, que “medios de comunicación y gobiernos luchan por el amor del pueblo”.

La realidad colombiana siempre ha sido un claro reflejo de esto, no es novedoso el hecho de que los canales nacionales transmitan el horror y el morbo como lo único del país, haciendo resaltar en los pequeños actos solidarios la esperanza de una Colombia soñada (sí, la sección “gente que le pone el alma” no es bondad de los directores). Incluso llegan a asumir tener la voz del pueblo, el eslogan de “RCN, nuestra radio” es muy diciente en este sentido. No me refiero a que no se debería hablar de la violencia sino que debe dejar de ser la única temática. Claro problema de los medios colombianos: la monotemática, aún más últimamente con respecto a la paz. Es absurdo que se hable de paz cuando los noticieros ocultan la realidad del interior del país por salvaguardar la imagen utópica que se quiere vender al extranjero.

Pero continuando la paráfrasis de la canción me pregunto que si alguien roba comida y después no da la vida, ¿qué hacer? Sí, hablo del INS (Instituto Nacional de Salud) y su manejo de las cifras en pro de disfrazar la realidad acerca de las muertes de niños por desnutrición. En la columna que César Rodríguez Garavito escribió para El Espectador, titulada “opacando las cifras del hambre”, cuestiona el sorprendente descenso en los índices, lo cual se explica con que se haya dejado de tomar en cuenta las posibles asociaciones a la desnutrición y que sólo se radiquen las “muertes por desnutrición”. Como lo afirma Allan Enrique Bolívar Lobato: “la diferencia abismal entre las cifras develan una clara intención, la de hacer que el fenómeno sea menos dramático en términos estadísticos”. El análisis detallado que hace el columnista desemboca en que al Estado colombiano le resulta difícil asumir éste hecho y lo termina descalificando como una difamación de los enemigos de la paz.

Por otro lado está la resistencia de los campesinos en los municipios de El Paujil, Montañita y El Doncello, donde la petrolera Petroseismic Services S.A. intenta penetrar para apropiarse de los suelos y explotarlos a su antojo. Los daños comienzan desde el estudio sísmico 2D, que de por sí ya presenta bastantes perjuicios para la agricultura y la ganadería, es decir, para los ingresos económicos de los habitantes (véase “La sísmica. Impacto Ambiental de la Industria Petrolera"). Desde el 24 de agosto hasta 16 de septiembre los movimientos campesinos por de la Mesa Departamental por la Defensa del Agua y el Territorio y el de Los Guardianes de la Tierra se han pronunciado pero sin ninguna respuesta gubernamental. La situación con las multinacionales es cíclica: llegan promulgando el discurso del progreso económico con las esperanza de unas mejores condiciones de trabajo, que finalmente son incumplidas. Por ésta razón programaron para el próximo 7 de octubre una movilización desde Caquetá hasta Bogotá para exigir una mesa de diálogo y la discusión acerca del proyecto fracking que se quiere aprobar para el departamento.

A propósito de la apropiación de un territorio está la multinacional minera Gran Colombia Gold y su subsidiaria en Colombia, la Zandor Capital S.A. que posee a perpetuidad cerca del 80% del subsuelo de Segovia. Situación por la que reclaman los antioqueños debido a que la empresa entabló una guerra no oficial contra los “pequeños mineros” para poderse apropiar en su totalidad del suelo. Conflicto que pareciera estar avalado por el gobierno nacional ya que cuando se declaró la inconformidad por parte de los campesinos en noviembre de 2015, arribó violentamente el ESMAD. Por eso es preocupante el hecho de que el presidente Santos quiera fortalecer éste órgano del ejército para el posconflicto, con situaciones como ésta se podría inferir para qué lo quiere. Como bien lo afirma Eliober Castañeda, líder minero y representante legal de la Mesa Minera de Segovia y Remedios, “el Gobierno dice querer acabar con la minería criminal pero hace todo lo contrario al atropellar al pueblo” Razones por las cuales la Mesa minera de Segovia y Remedios se ha vuelto a declarar en “cese de actividades indefinido” desde el 19 de Septiembre de 2016.

Que lo anterior no se malinterprete, hoy es un día histórico y quizá emblemático para Colombia, es el fin de una era atroz y el nacimiento de una posibilidad por forjar algo mejor. La desmovilización implica un gran paso, pero no el único. No hay que fiarse de la monotemática de los medios, porque para formar una verdadera paz es necesario ampliar el panorama de la realidad. Aún queda mucho por lo que luchar. Así que resta preguntarse, ¿es acaso éste el contexto sociopolítico correcto para vivir y hablar de paz, o es tan sólo otro cuadro impresionista para cubrir la pared de la realidad colombiana? Pareciera que los políticos se convierten en grandes artistas cuando la demagogia lo requiere.

 

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