En el aeropuerto internacional El Dorado se encontraron, accidentalmente, el ExProcurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez y el magnate Donald Trump. Conversaron por unos minutos y luego, cada uno siguió su rumbo.

—¡Señor Trump! ¡Qué cosa mas grata tenerlo por aquí!

—¿Usted quién es?

—¡Alguien que, como usted, quiere ser presidente!

—Buena suerte.

—¿Pero por qué está tan molesto? ¿Qué le sucede, Sr. Trump?

—Que terminé aquí por accidente.

—¿Y eso a qué se debe?

—Le dije a mi esposa que comprara los tiquetes para Columbia, pero no sabe mucho de geografía y terminé aquí: Colombia. El único Estado de mi país que no habla inglés.

— Lo entiendo. Comparto su tristeza.

—¿También está triste?

— Sí, Sr. Trump. Me echaron. Como un perro. Me quitaron ilegalmente mi lugar de trabajo…

—Tranquilo… ¿Cómo me dijo que se llamaba?

— Alejandro, Sr. Trump, Alejandro Ordoñez

—Puede participar en la próxima edición de The Apprentice, Alejandro. Ahí damos oportunidades a gente como usted. La clase de gente que persigue sueños imposibles.

—No me diga eso, Sr. Trump.

—Lo lamento, Alejandro… Es que últimamente estoy bajo mucha presión. Y estar en aeropuertos no me gusta. Aquí es donde atacan los terroristas.

—¿De las FARC?

—No, de ISIS.

—Son aliados. Aunque son peores los de las FARC. Al menos los de ISIS creen en Dios.

—Nos tienen azotados, Alejandro. Hay que acabarlos.

—Completamente, Donald. También a los negros…

—A los que podría dispararles y no perder un voto…

—Y a los inmigrantes…

—A los que les voy a construir un muro, porque sólo traen drogas y problemas a este país…

—Como las FARC…

—Sí, Alejandro, como las FARC…

—¿Y usted cree que va a ganar la presidencia, Sr. Trump?

—Totalmente. El cargo es mío. Voy a gerenciar esta nación. ¡Voy a hacer América grande otra vez! Lo único que necesito es que llegue el día.

—El día de ahogar simuladamente a los sospechosos de terrorismo, de expulsar refugiados, de poner los negros en su sitio… ¡Qué paraíso, Sr. Trump! ¡Voy a copiar su programa!

—Pero cópielo bien. Como mi esposa con el discurso de Michelle Obama. ¡Es lo único bueno que ha dicho en la campaña!

—Sí, justo así, Sr. Trump. No lo voy a defraudar.

—Estoy seguro de eso, Alejandro. Estoy seguro de eso…