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Dios aprieta pero no ahorca: negociaciones con el ELN

Leonardo Muñoz Guerrero  |  13 de octubre de 2016 (21:30 h.)
Fuente: Las2orillas

El anuncio del inicio de las negociaciones con la guerrilla del ELN se ha tomado como un empujón hacia el actual proceso de Paz. Participación de la sociedad civil será crucial.

 

El lunes 10 de octubre se anunció que la fase pública de las negociaciones de paz con el ELN se llevarán a cabo en Quito, Ecuador, a partir del 27 de octubre. Sin duda una excelente noticia para la consecución de una paz más completa para el país y una que le da un alivio a la negociación de las Farc, estancada desde que el ‘No’ ganó el pasado 2 de octubre; primero, porque se empieza a desvanecer el mito de cambio de brazaletes y segundo, porque le quita peso al argumento de que pese a que las Farc se desmovilicen la guerra seguiría por cuenta del ELN y los paramilitares.

Para este proceso el gobierno ya llega con la experiencia ganada con las Farc, y eso es importante, pues la experiencia negociadora permitirá superar más fácilmente los obstáculos que se presenten en el camino. Sin embargo, el gobierno no se puede confiar en este nuevo proceso y asumir que se podrá hacer de la misma manera en la que se hizo con las Farc.

Las diferencias entre ambas guerrillas son sustanciales. Por ejemplo, el ELN no tiene la estructura jerárquica que sí tienen las Farc. Esto quiere decir que, a pesar  de tener un jefe máximo, la autoridad de éste puede ser cuestionada por otros comandantes. Alguna vez alguien describió esta guerrilla como una confederación armada, por su alto nivel de descentralización. Un dato a tener en cuenta es que los comandantes de Frente y mandos medios no rotan en la estructura armada, como lo hacían en las Farc, por tal razón se han erigido señores de la guerra en esa guerrilla, como el actual comandante del frente Domingo Laín en Arauca (el frente más grande de la guerrilla y su músculo económico).  Esto es un primer reto que se le planteará al equipo negociador que determine el presidente Santos.

El segundo reto es la insistencia del ELN en negociar en una mesa en la que participe la sociedad civil. En intentos anteriores este ha sido uno de los mayores obstáculos en los diálogos, y como antes, hoy la guerrilla lo pone como condición innegociable, es por esto que lo primero que se discutirá en la mesa de Quito será ‘La participación de la sociedad en la construcción de paz’. La pregunta fundamental aquí es ¿Cómo va a participar la sociedad civil y qué organizaciones de la sociedad lo harán?

Para que la sociedad civil participe se ha planteado la posibilidad de los foros de paz, como se hizo con las Farc, sin embargo este proceso puede parecerle insuficiente al ELN, quienes querrán plantear algo más parecido a la Convención Nacional que ya habían propuesto en 1998 y que básicamente es una serie de comisiones en donde participarán las diversas organizaciones de la sociedad civil y cuyos espacios deberán ser propositivos y escuchados por la mesa de manera permanente.

El tercer reto que se alza en esta negociación es la manera en que se planteará el desarme y desarticulación de la estructura guerrillera del ELN, quienes no sólo tienen a los hombres en armas sino también un ‘frente amplio’ que está conformado por civiles vinculados a la guerrilla y que participan en diferentes movimientos sociales como agentes directos de esa guerrilla. Por tanto, es evidente que tiene un mayor arraigo político en algunos sectores sociales que las Farc.  

El cuarto reto que se presenta es la estructura ideológica del ELN. Una combinación de marxismo, castrismo, guevarismo y teología de la liberación hacen de esta guerrilla un agente mucho más complejo y difícil de tratar. Además, esta guerrilla fue fundada por intelectuales urbanos descontentos, a diferencia de las Farc que eran en su mayoría campesinos, matiz que debe ser considerado en el momento de las negociaciones.

Este cóctel ideológico es un punto crucial, pues debe ser comprendido por los negociadores para evitar errores que puedan generar discordia en la mesa. En este proceso la iglesia deberá tener un papel central y deberá funcionar de facilitador, pues es evidente la simpatía que tiene la guerrilla con la estructura religiosa, de manera que en este proceso la iglesia no podrá mantenerse al margen, como ya lo hizo con las Farc, pues su intervención puede ser fundamental para lograr un acuerdo.

Finalmente, si se logra un acuerdo final con esta guerrilla, se deberá considerar un modo de refrendación que se ajuste al interés general de la población colombiana: la Paz. Por tanto, deberá evitarse dejar en manos de un plebiscito la refrendación y deberán implementarse nuevas formas de llevar a cabo este proceso. Además, por el bien de los acuerdos y el derecho a decidir bien informados, la pedagogía de paz y socialización de los acuerdos deberá llevar varios meses, de manera que lo pactado por las partes supere el rencor y la emocionalidad que generará en un primer momento. Esto también debe ser considerado para superar el callejón sin salida en el que hoy se encuentra el proceso con las Farc.

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