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La mentirilla blanca de Peñalosa

Leonardo Muñoz Guerrero  |  14 de abril de 2016 (19:40 h.)
Fotograma video de campaña de Peñalosa

El jueves 7 de abril Juana Afanador y Carlos Carrillo publicaron en el diario El Espectador una investigación periodística en donde indagaron por el Doctorado que se le atribuía a Enrique Peñalosa en la Universidad de Paris II; esa búsqueda al parecer fue infructuosa: El Doctorado no existe.

Por: Leonardo Muñoz

Pese a que en las contraportadas de sus libros, entrevistas y reseñas de su vida aparece que cursó el Doctorado en Administración Pública esto no resultó ser más que una gran mentira y lo que el alcalde de Bogotá tiene es un DESS, algo así como una especialización (un año en vez de los cuatro que se necesita para doctorarse).

La inexistencia del Doctorado no descalifica (del todo) el conocimiento que Peñalosa pudo haber acumulado empíricamente durante sus años de servicio en la administración pública o como gerente de empresas privadas, pero sí deja en duda (una muy seria) su honorabilidad y honradez, y las técnicas usadas por él y su equipo de campaña para llegar a la alcaldía de la ciudad. En otras palabras, parece que del gerente muy bien capacitado que nos vendieron hay más empaque que contenido. 

En defensa del alcalde salió su jefe de prensa a negar que Peñalosa haya dicho alguna vez que es Doctor y como prueba ofreció la Hoja de Vida que le entregó al Distrito el día de su posesión, además afirmó que la mención al doctorado del alcalde en la página oficial de la alcaldía fue un “error” cometido por la persona que escribió las reseñas del nuevo gabinete, pues mal interpretó el significado del DESS que sí tiene Peñalosa.

Pese a que la oficina de prensa de la alcaldía ha desmentido la columna, rondan por varios portales noticiosos y en las redes de políticos y ciudadanos las fotografías de las contraportadas de los libros de Peñalosa en donde se afirma que es Doctor, al igual que múltiples referencias sobre ese doctorado y, además, existe una entrevista con un diario brasileño en donde él mismo dice, al parecer, que ostenta el título:

 “Nasci em Washington, DC, tenho 60 anos e renunciei à cidadania americana aos 21. Sou casado, com dois filhos. Formei-me economista e historiador, com Ph.D. em Paris. Assessorei governos nos cinco continentes, em políticas urbanas. Fui prefeito de Bogotá de 1998 a 2001 e candidato à presidência da Colômbia em 2014[1]

Peñalosa sí dijo que era Doctor, por lo menos en una ocasión, así la alcaldía quiera decir lo contrario. Y si se diera el caso de que nunca lo dijo, la opinión pública estaba convencida de que lo era y esa certeza no se crea sola. Peñalosa sabía que en muchos medios lo llamaban Doctor y le atribuían el título de Doctor en Administración Pública (nada menos), sólo en la Columna original de Afanador y Carrillo aparecen 17 reseñas en las que se le confiere el título (algunas ya han cambiado el perfil), de manera que deliberadamente Peñalosa y sus asesores dejaron correr el rumor de su supuesto doctorado, es decir, que pecaron por omisión, y eso a la larga es mentir y engañar. Es, en todo caso, una falta de ética.

Peñalosa defraudó a muchos con este “error”, enlodó su imagen y demostró que no es una persona de fiar pues entró en franca contradicción con los valores de honestidad y transparencia que ha promulgado por años. Una de sus bases es el respeto a lo público y ¿Qué es más público que la opinión pública, a la cual engañó, así fuera por omisión?

Lo más importante para un político es la confianza que le transmite a sus electores y Peñalosa la está perdiendo, más aún cuando ha negado categóricamente que él se haya presentado como Doctor, sin reconocer las múltiples veces que aceptó ese título mientras lo presentaban en diversos escenarios, por ejemplo cuando leyeron su hoja de vida en su toma de posesión como alcalde de la ciudad.

De cualquier manera lo sucedido es una burla, no sólo a la ciudad sino a todo el país, es una falta de respeto hacia sus conciudadanos y una aún mayor para el mundo académico. Tanta es la afrenta de una mentira como ésta que en casos parecidos de gerentes de grandes empresas ó funcionarios públicos (en otros países, por supuesto) los han echado o al menos dimitido de sus cargos tras conocerse la verdad de sus títulos inventados.

Yohir Akerman, Columnistas de El Espectador,  ilustra éste último punto mejor que yo:

Y ya que estamos en éstas ¿Dónde está el Alcalde Peñalosa que poco ha dado la cara en estos meses de alcaldía?

@leomunnoz

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