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EL MAYOR RETO PARA LA PAZ EN COLOMBIA NO ES LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE LA HABANA SINO SU IMPLEMENTACIóN.

La sombra del paramilitarismo

Leonardo Muñoz Guerrero  |  16 de marzo de 2016 (17:37 h.)
Tomada de radiomacondo.fm

En los últimos días han llegado noticias de varios asesinatos a líderes comunitarios en varias zonas del país: El Bagre, Antioquia; Soacha, Cundinamarca; El Tambo, Cauca; Popayán y Arauca (Todos en menos de una semana). Todos los asesinados pertenecían a diferentes grupos de izquierda, además de liderar movimientos sociales, movimientos comunitarios o hacer activismo por los derechos humanos. Sin duda, estos hechos representan una gran pérdida y prenden las alarmas en todo el país. 

Por: Leonardo Muñoz

El reto no está solamente en la legitimación del proceso, la reglamentación jurídica o los acuerdos políticos entre los grandes partidos, ésta es la parte fácil del proceso. Lo verdaderamente difícil está en las regiones del país que han sido golpeadas, una y otra vez, por la violencia, y que corren el riesgo de convertirse en campos de batalla nuevamente por la amenaza que representa el regreso del paramilitarismo y el aumento de las BACRIM.
En los últimos días han llegado noticias de varios asesinatos a líderes comunitarios en varias zonas del país: El Bagre, Antioquia; Soacha, Cundinamarca; El Tambo, Cauca; Popayán y Arauca (Todos en menos de una semana). Todos los asesinados pertenecían a diferentes grupos de izquierda, además de liderar movimientos sociales, movimientos comunitarios o hacer activismo por los derechos humanos. Sin duda, estos hechos representan una gran pérdida y prenden las alarmas en todo el país.


¿Cómo es posible que en un momento en el que los diálogos están avanzando, en donde se habla de paz y participación política, ocurran oleadas de violencia como esta? 


El fenómeno no es nuevo, durante los procesos de paz que se han intentado, han sucedido situaciones similares de aumento del paramilitarismo. Por ejemplo, durante el proceso de paz de Belisario Betancur en 1982 se llegó tan lejos que muchos guerrilleros se desmovilizaron y participaron en las elecciones con el aval de la Unión Patriótica, partido que aglutinó a desmovilizados, estudiantes, intelectuales, etc. y que fue finalmente destruido a sangre y fuego por paramilitares con el beneplácito de algunos agentes del Estado. Finalmente, los guerrilleros sobrevivientes volvieron a la selva a seguir con su lucha armada.


En otro caso, en el proceso de paz de Andrés Pastrana en 1998, también hubo un aumento desmesurado de la actividad paramilitar en el país con un fuerte incremento en los ataques a la población civil que dejó como resultado graves masacres, hasta de pueblos enteros. Este aumento paramilitar fue uno de los principales temas en la mesa de negociación del Caguán, que finalmente se disolvió por la poca credibilidad que tenía para la opinión pública.   


El aumento del paramilitarismo, en ambas ocasiones, no se limitó solamente al incremento armado, también infiltró y cooptó parte de la estructura el Estado, limitando aún más la posibilidad de participación política de la izquierda. Teniendo la experiencia que hemos tenido, sangrienta y dolorosa, es difícil pensar que no se le está dando el tratamiento adecuado desde las altas esferas, pues poco se ha dicho desde el gobierno sobre estas muertes, que amenazan con volverse sistemáticas sino hay una adecuada planeación desde el gobierno. 
Este es campanazo de alerta sobre lo que le puede pasar al país si no se le presta la suficiente atención a este problema. Nos está diciendo que debemos mirar atrás, ver qué se hizo mal en el pasado y planear el futuro sabiendo eso. Pensar y crear las condiciones del posacuerdo se debe hacer incluso antes de que se firme, primero para dar gestos de buena voluntad y segundo para adelantar el trabajo y hacer que el trauma que significará el acuerdo se pueda superar de la mejor manera y en menor tiempo. No hacerlo puede significar el fracaso y otros 50 años de guerra. 


Los mecanismos que se han de usar deben ir enfocados a la protección de quienes decidan acogerse a la justicia transicional, sean de cualquier bando, y garantizar su reinserción, de manera que se evite que regresen a las selvas por falta de oportunidades. Por tanto, el reto de los diálogos y del gobierno nacional está en integrar de manera efectiva a los ciudadanos de pleno derecho que resultaran de la desmovilización y en evitar, por un lado, que sean cooptados por estructuras criminales de diversas índoles, y por el otro que no se vayan a convertir en víctimas de un nuevo genocidio; justo como ya nos ha ocurrido antes.  


No quiero irme sin recordar una frase de Antonio Navarro en una entrevista para el Diario del Huila y que condensa lo que he querido expresar en esta columna: “El premio Nobel se gana por la firma de los acuerdos no por el posconflicto”. 

Leonardo Muñoz 
@leomunnoz 
 

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