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En últimas la tauromaquia es susceptible de un juicio moral, el cual ha sido desde este lado visto como algo malo o incorrecto.

La tolerancia: el valor ético por antonomasia en política (toros en Bogotá)

Juan Carlos Rubiano  |  12 de febrero de 2017 (10:45 h.)
Toros

"A pesar del innegable desarrollo alrededor de la anti-tauromaquia en los últimos años, no se puede inferir que esta perspectiva derive en un principio moral universal. Por tanto está en (...) una disputa profundamente polarizada, dando lugar a un desacuerdo, lo cual implica dos cosas: primero, la politización de este litigio; segundo, la necesidad de dialogo inter partes para avanzar".

Por: Juan Rubiano

A continuación pretendo expresar lo que, en mi opinión, es el punto álgido en la coyuntura bogotana alrededor de los toros. Para ello, me valgo de dos caricaturas de las posturas en disputa, por tanto, este artículo no constituye un análisis ni de la cultura taurina ni de la filosofía alrededor de la defensa de los animales. Más bien, con él busco situar un punto de partida para la discusión sobre la tolerancia y la política basada en la imposibilidad de verdad.      

La contienda o disputa que se ha dado en los últimos días, de fondo, es bastante plural y rica en posiciones. No obstante, en términos analíticos y explicativos, divido la contienda en dos bandos: por un lado, las personas que rechazan las corridas de toros, pues esto constituye inmoralidad ya que la muerte de un animal no está bien para ninguna sociedad; por el otro, aquellas personas a favor de las corridas de toros, pues este tipo de eventos son parte de nuestra cultura e identidad. 

Así, respecto a los contradictores de las corridas de toros, se podría objetar que la tauromaquia es parte de la cultura, en otras palabras; la tauromaquia ha sido parte de lo que hemos cultivado como sociedad. En efecto, a pesar de ser la tauromaquia de facto una trasgresión al deber de protección animal, ésta entra en tensión con la tauromaquia como manifestación cultural. La pregunta, entonces es: ¿por qué la tauromaquia constituye un elemento de la cultura?

La cultura es –sin entrar en debates antropológicos- lo que el ser humano cultiva para darle sentido a su vida con los otros. En la cultura se expresan formas de identidad colectiva, por ejemplo en lo que respecta a nuestra ciudad,  desde 1532, años antes de la fundación de Bogotá, se han celebrado corridas de toros con motivos políticos y religiosos; del mismo modo una semana después del 20 Julio de 1810 se celebró una corrida de toros en Bogotá, aunque no de manera profesional, se podrían citar más ejemplos pero no viene al caso. Lo cierto es que la fiesta brava  llego a Bogotá entre finales de siglo XIX y principios del siglo XX a la plaza de toros de La Bomba en los mártires en el centro de la ciudad. Solo hasta los años treinta se construyó la actual plaza de toros de La Santamaría momento desde el cual ha constituido una forma de expresión cultural.

No obstante, esta fiesta que en sus inicios estuvo asociada a una cultura colectiva popular hispánica, poco a poco fue configurándose alrededor de la idiosincrasia de las clases acomodadas y cierto conservatismo en la ciudad de Bogotá. Por tanto podemos decir que es cultura, y al ser cultura como aspecto compartido se emparenta moralmente con lo bueno, pero no de un modo absoluto, el cual subsuma otras formas de moralidad  

En contrapartida, las transformaciones socioculturales y morales implican un límite para las tradiciones, pues la colocan en cuestión. En los últimos años la concepción de la relación humano-naturaleza ha cambiado, es innegable como las nuevas generaciones son más sensibles a estos hechos. En efecto, el animalismo –en sus diferentes versiones- es un movimiento social que ha irrumpido con fuerza en los últimos años en la esfera pública, su fundamento está en colocar a los animales como sujetos de aspectos de la moralidad. Así, la relación humano-animal es susceptible cada vez más de juicios axiológicos; más allá del debate al interior del animalismo, me parece que dentro de la moral humana el respeto por la vida, por lo general, hace parte fundamental de sus juicos valorativos.

En últimas, nuestra misma cultura nunca ha visto con buenos ojos la arbitrariedad, la fuerza desmedida sobre cualquier ser, parece ser algo que ha estremecido y estremece a la humanidad. La dinámica de la tauromaquia está enraizada de una u otra manera con estos elementos de fuerza desmedida y arbitrariedad sobre el animal. Entonces, podemos considerarla como maltrato, no porque en sí mismo lo constituya, (a pesar que podrían trazar algunas cosas al respecto) pues no es posible deducirlo a priori, sino más bien debido a nuestra cultura bogotana.  Lo anterior bajo el siguiente argumento: son los seres humanos los que damos juicios sobre la relación con los animales y no existe algo así como los derechos inajenables o inalienables de la naturaleza y si existen es porque se ha dado en un intricado desarrollo político-moral. En últimas la tauromaquia es susceptible de un juicio moral, el cual ha sido desde este lado visto como algo malo o incorrecto.

Pero a pesar del innegable desarrollo alrededor de la anti-tauromaquia en los últimos años, no se puede inferir que esta perspectiva derive en un principio moral universal. Por tanto está en disputa, y como se han venido desarrollando las cosas, es una disputa profundamente polarizada, dando lugar a un desacuerdo, lo cual implica dos cosas: primero, la politización de este litigio; segundo, la necesidad de dialogo inter partes para avanzar.

No obstante, tanto de un bando como de otro esto segundo no ha sucedido, no ha existido dialogo. Y creo que la posibilidad dialógica no está en alejarme de lo que opino, sino más bien en afirmar mi posición con disposición de ceder.

Esto dicho en otras palabras es: “Soy torero defiendo la fiesta brava, ¿qué estoy dispuesto a ceder?; al igual que: “Soy animalista defiendo la vida de todos los seres vivos, ¿qué estoy dispuesto a ceder?“ Ambos deben ceder algo, desde su lugar en el mundo, sino hay diálogo de sordos, si alguno mira desde los cielos y cree tener la verdad, no hay nada que hacer para solucionar el problema.  En otros términos, la tauromaquia no es “la cultura” y celebración por antonomasia de los colombianos y por tanto parte de nuestra total identidad; del mismo modo que la defensa animalista, no es una postura superior ética, pues se desenvuelve en un mundo plural.       

Finalmente, esto no es solo para este tópico sino para muchos, y más en un escenario político como el colombiano que en los últimos años ha estado marcado por la polarización.   

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