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Juan Manuel Monroy

El resurgir de la Ciudad Blanca

Estudiante de economía UN. Fundador de CiudadBlanca. Interés en economía política y distribución del ingreso. @jmmonroyb

Juan Manuel Monroy | 01 de marzo de 2015

La imagen que muchos tienden a transmitir sobre el rol de un estudiante promedio de universidad pública poco puede olvidarse por su carácter multiplicativo tan en el aire.

Las voces se esfuerzan por dibujar maniquíes con pelo hirsuto, largo, con un cigarrillo de marihuana  entre los labios, sin la vergüenza característica y de ilustre linaje, de quien no puede vestir bien, de marca. Retratos en los que aquellos preparan arengas y vociferan injusticias en las marchas mientras sostienen pancartas apenas visibles por el espesor de las letras multicolores.

¿Y el color?, a lo mejor lo pensó con claridad Leopoldo Rother tiempo después de que el presidente de la República de Colombia, Alfonso López Pumarejo, materializara esa idea de ciudad universitaria expropiando los terrenos del hacendado José Joaquín Vargas, quien había fallecido tan solo once días antes. Rother hizo que el campus de la Universidad Nacional de Colombia (UN), pasados los años cuarenta del siglo XX, ostentara en las fachadas de sus edificios sencillez, frescura y simetría; la academia se vestía de blanco, y entonces, el nombre de ciudad blanca no cupo en sí mismo, se desbordó hasta emparamar cada iniciativa por el sueño educativo.  

Poner en duda la seriedad, la autoridad y el carácter investigativo de la UN nunca ha sido fácil, y pese a todo, el argot popular mantiene en buena estima a los profesores, egresados y estudiantes de la ciudad blanca. Sin embargo, las últimas décadas han visto cómo esta se ha venido desmoronando, ya el blanco está manchado y  la sencillez clásica de sus edificaciones  ha sido cargada por un peso mordaz: la angustiante crispación política, el aislamiento social y la propia concepción gubernamental de educación pública universitaria.

Aun así, al interior de la UN el espíritu crítico y el debate constante se resisten a caer. La necesidad de un medio estudiantil que no solo sostenga este espíritu sino que lo exalte resulta inminente. No parece ser mera especulación sostener que tanto estudiantes como profesores pueden encontrarse activos, propositivos y con claridad al responder ante la opinión pública con ideas de altura que resalten el respeto y el reconocimiento por la diferencia.

Universidad Nacional de Colombia, plaza central/Foto:Félix Ernesto Charry

Los medios de comunicación, si bien es cierto que tienden a parcializarse, son en suma el vivaz reflejo de sectores sociales, políticos y económicos del país. En tal sentido, la universidad también es muchas veces una sumatoria, de visiones. No por nada los que afirman que la Universidad es el fiel retrato del país no se equivocan, o acaso, ¿quién no ha visto huecos en el pavimento del anillo vial de la UN?, ¿quién no se ha beneficiado, aunque de lejos, del rol de ser chazero, el sello de la informalidad?, ¿quién no ha observado impávido el alistamiento de filas en la plaza de veterinaria, cual pueblo colombiano azotado por el conflicto?, ¿Y las papas bomba?, ¿no le ha causado un susto alguna a alguien?  

Y aunque la universidad parezca ser un retrato de la realidad, la violencia simbólica aparece tan frívola que opaca lo punzante que podría ser la propia agresión física. Un ejemplo claro puede verse justo ahora, cuando el mundo mediático no sale aún del asombro por la masacre de caricaturistas en la París ‘’libre’’, mientras la libre expresión llevada al límite y combinada con violencia simbólica muestra el vacío moral intercultural existente. Sin embargo, la importancia de que la violencia física, la cual atenta contra el valor humano más sublime, la vida jamás se imponga por sobre la capacidad de crítica debe ser la consigna de toda sociedad moderna.

Y si del color blanco no están hechos los muchos, el blanco si fue alguna vez un origen que podría estar de más o de menos. Y como la diversidad cultural y de pensamiento parecen ser la bandera que viste a esta teñida ciudad blanca, el alimento intelectual solo puede encarnar argumentos de talla y peso en el debate. Así las cosas, todo medio estudiantil, además de exaltar las particularidades de sectores de opinión, debe valorar, entender, incluir, respetar y exaltar la diferencia. Es justamente este el compromiso de CiudadBlanca.

 

@jmmonroyb

 

 

 

 

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