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Dichos puntos de silencio, de indiferencia y de ignorancia dan una respuesta al porqué en Colombia no se habla de política, mejor no se debe aún hablar de paz. 

Pensamientos

Mauricio García Bermeo  |  05 de marzo de 2017 (13:38 h.)
Tomado de: https://goo.gl/Or9pEM

En este punto, si la política solo se entiende entre buenos y malos, o, mejor entre los mismos y los distintos, nunca se comprenderá la dimensión humana de la política, de las pérdidas de los dos bandos, los sacrificios constantes que se deben hacer  para seguir en pie de lucha, con vida, se termina simplemente con una lógica dual, perezosa y cruel con el otro.

Por: Mauricio García

En los días de diciembre hay charlas, diálogos de distinta índole, tanto los personales, por ejemplo, los amoríos, como los impersonales que en algunos casos implican la política del año. Este tipo de charlas impersonales en repetidas ocasiones no se dialogan por distintos motivos, el tema es complejo, genera pasiones, se tiene ignorancia en el tema o no es una charla tan popular. El silencio frente a este tema trae consigo consecuencias positivas y, otras terriblemente negativas. Si, lastimosamente la política es un tema de cuidado para la salud.

En Colombia particularmente, muchas familias deciden ignorar el tema, “no se complican la vida”, dirían por ahí. Decisión inteligente; sin embargo, en un país tan violento no genera la misma simplicidad para vivir. Muestra la vida tan complicada que llevamos los colombianos, ese silencio que adormece una violencia visceral que no discrimina entre amigos y familiares. Con ese tema nos podemos dividir tan fácilmente, que sorprende como peleamos por sistemas políticos en los que no creemos, en elecciones que no participamos, o en políticos que casi siempre asumimos de corruptos, por eso somos capaces de luchar con mil extraños y sin ningún tipo de remordimiento. En otras palabras; una situación con una cultura y sociedad peculiar.   

Los seres humanos, dentro de las sociedades formadas por los mismos, muestran en sus diálogos, que no es otra cosa que su cultura, lo que creen, lo que piensan, lo que sienten; muestran su grandeza, su vileza, su vida, su muerte y su deseo de trascender. En Colombia, por otra parte, la cultura calla respecto a ciertos temas, se tiene una cultura de silencio peligroso, ya que en estos casos no se habla sino que se lucha. No se entiende, ni se buscan formas de entender a los que piensan distinto, en ese encadenamiento no tiene sentido hablar de paz, si se fantasea en privado con golpear a los demás por ignorantes. Por estúpidos la paz nace sin razón, sin sentido, nace siendo solo un descanso para la misma guerra de siempre.

Esa guerra que se mantiene con el silencio, que por lo general se transforma  en una indiferencia frente a los demás, manteniendo unos bandos claramente diferenciados y listos para el combate, con preguntas como: ¿si son mi enemigo para qué hablar?  ¿Para qué entender su vida? ¿Para qué cambiar? Que concluyen en una indiferencia absurda. Si no miro el mundo que creo a los demás, es más, si ni siquiera interactúo con ellos, simplemente se mantiene el mismo estatus, la vida se mantiene en condiciones de alerta, de preparación eterna a ese enemigo imaginario que desgraciadamente luego se vuelve de carne y de hueso, se termina con una paz hipócrita, una paz de mentiras. 

Con la indiferencia también pueden salir los peores puntos de la condición humana, como el deseo de dominio, el deseo de poder frente al otro, implícitamente generando el deseo de rebeldía. Si es un mundo dual, hasta que no se elimine del otro, no se tiene paz, pero lastimosamente los mundos siguen trayendo los mismos problemas de siempre, ya que la indiferencia los mantiene intactos. En este punto, si la política solo se entiende entre buenos y malos, o, mejor entre los mismos y los distintos, nunca se comprenderá la dimensión humana de la política, de las pérdidas de los dos bandos, los sacrificios constantes que se deben hacer  para seguir en pie de lucha, con vida, se termina simplemente con una lógica dual, perezosa y cruel con el otro. Esto creará a la larga una ignorancia despiadada frente al dolor que se genera y que se infringe al otro, siendo simplemente un ciclo eterno de violencia implícita.      

Dichos puntos de silencio, de indiferencia y de ignorancia dan una respuesta al porqué en Colombia no se habla de política, mejor no se debe aún hablar de paz.  

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